Un pasaje de 'La secreta pasión de Amelia'

Por tres ocasiones dejó la Venus de Willendorf a su amante sólo en la toalla, sentado y aparentemente aburrido. La primera vez Amelia leía una revista, tumbada boca abajo y apoyada en los codos, con los pechos desnudos colgando hasta rozar con los pezones la toalla. Alzó la vista cuando la mujer pasó a su lado camino de la orilla, y al hacerlo descubrió que el hombre velludo le contemplaba las tetas con descaro. No apartó los suyos cuando los ojos de Amelia se cruzaron con su mirada, y la solitaria voyeur se sintió íntimamente desconcertada con su actitud. Por un segundo estuvo tentada de cubrirse, obediente a la voz atávica que en su fuero interno se lo ordenaba. Pero se rebeló ante ella, repentinamente decidida a invertir su papel de mera espectadora y convertirse por un día en objeto de la curiosidad y las fantasías ajenas. Le sostuvo la mirada a aquel hombre dominante e inquisitivo por unos momentos, y después alzó los hombros un tanto, despegó los pezones de la toalla un palmo, y le mostró las tetas en su albo y turgente esplendor. Él no se cohibió, y continuó examinándola con desvergüenza, acariciándole los senos de forma libidinosa con sus ojos varoniles y autoritarios mientras esbozaba una sonrisa apenas perceptible. Extrañamente, Amelia se sintió embargada, casi embriagada, por un aplomo inusual. Levantó el codo derecho, alzó un tanto el torso, y con sus ojos clavados en los del hombre se sacudió reiteradamente los pechos con la mano, como si limpiase arena adherida a sus blancas y oscilantes tetas. Consciente del alcance de su provocación, imaginó cómo se erguiría bajo el bañador la polla de aquel desconocido que había logrado despertar su adormecida voluptuosidad.

2 comentarios:

  1. Grato el leerte.
    Pregunta: Por qué siempre se tienen que acariciar los senos de forma libidinosa. ¿No hay más maneras de disfrutar de tan delicioso manjar?
    Un saludo.

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  2. Sí que es una expresión manida, casi tópica (y también, sin duda, hay otras muchas formas de disfrutar de los senos), pero en este caso es como imaginaba la mirada de este hombre de la playa que observa a Amelia: libidinosa, ni más ni menos.
    Saludos para ti también, y gracias por comentar!

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